Desde que terminamos nuestras respectivas carreras yo ejercí como como biólogo molecular para el CSIC durante 16 años y Nuría trabajó dentro de recursos humanos para distintas empresas multinacionales. Pero llegamos a un punto de nuestras vidas en el que por diversas circunstancias personales y laborales empezamos a pensar en un proyecto un poco más personal. Y empezamos a construir Había un Ratón. Como tantos otros que se embarcan en estas cosas en España con muchas ganas y pocos medios, haciendo de informáticos, fotógrafos, modelos, gestores, carpinteros, diseñadores y comerciales a la vez. Queríamos ofrecer productos originales, fabricados por nosotros y sobre todo muy personalizables, a gusto de quienes los compran.

Había muchas cosas que pensar antes de empezar y una importante era el nombre. Si tienes hijos sabrás cómo te cambian la vida y se convierten en el centro de ella (si no los tienes ahí queda como aviso). Nuestro pequeño ratón tenía un par de años cuando comenzamos con este proyecto y “debajo un botón, ton, ton…, “ fue una de las primeras canciones que le cantábamos, “Había un Ratón” nos gustó como posible nombre para la empresa. Hacía referencia a quien es el centro de nuestras vidas para nosotros y a una canción infantil para el resto de la humanidad. Una canción, bonita, sencilla, divertida y cercana que mucha gente conoce y que insinúa algunos valores que además queremos que formen parte de nuestro trabajo, como son el hogar, la familia y la niñez. Lo peor del nombre iba a ser que al descolgar el teléfono tendríamos que decir: ”había un ratón, dígame”.